
El niño posee desde antes del nacimiento un potencial de desarrollo, el cual podrá ser optimizado en la medida en que los factores biológicos y ambientales sean favorables. El desarrollo infantil debe ser entendido como el producto de la continua interacción entre el fondo de experiencias los factores genéticos y el desarrollo biológico.
Los descubrimientos realizados en los laboratorios de neurociencia en los últimos años, han demostrado que la actividad eléctrica de las células del cerebro cambia la estructura física del cerebro es quizás el mayor descubrimiento gracias a la tecnología y a los aportes de las ciencias biomédicas. La explosión rítmica de neuronas ya no es asumida como un producto secundario de la construcción del cerebro sino esencial en este proceso, y que empieza, según establecido por los científicos, antes del nacimiento. Un cerebro nos es una computadora. No, el cerebro empieza a trabajar mucho antes de terminar su cableado neuronal y que muchas zonas de la corteza terminen de madurar. Los neurocientíficos están descubriendo que los mismos procesos que conectan el cerebro antes del nacimiento, guían también la explosión del aprendizaje que empieza inmediatamente después.
Al nacer, el cerebro de un bebe contiene 100 mil millones de neuronas, casi el mismo numero de células nerviosas que estrellas en el Vía Láctea. También se encuentran un trillón de células gliales, que forman un tipo de panal que protege, nutre y sirven de sostén a las neuronas. Pero a pesar de que el cerebro contiene casi todas las células nerviosas que tendrá para el resto de la vida, el estilo de conexión entre ellas aún tiene que estabilizarse.
En los primeros años de vida, el cerebro pasa por una serie de cambios extraordinarios. Comenzando poco después del nacimiento, el cerebro de un bebé, muestra una notable exuberancia biológica, produce trillones de conexiones entre neuronas adicionales que lo provee de bioherramientas cognitivas y emocionales para poder interactuar con el medio que lo rodea. Después, a través de un proceso que se asemeja a la competencia de la supervivencia en la evolución humana, elimina conexiones, o sinapsis, que son raramente o nunca usadas. Las sinapsis que sobran en el cerebro de un niño son elimadas por un proceso llamado apoptosis empezando alrededor de los diez años o antes, dejando como resultado un cerebro con marcos de referencia de emoción y únicos. Investigadores de la Facultad de Medicina de Baylor College, han descubierto que los niños que no juegan mucho o que no son lo suficiente estimulados desarrollan cerebros 20% o 30% más pequeños que el estándar normal para sus edades. Los animales de laboratorios muestran una situación similar. Según Investigadores en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, no solo las ratas criadas en jaulas con juguetes demuestran comportamiento más complicado que las ratas encerradas en cajas estériles, sino que también los cerebros de estas ratas contienen un 25% más de sinapsis por neurona. Experiencias enriquecidas, en otras palabras, producen cerebros enriquecidos.
Los científicos han descubierto a través de sus numerosas investigaciones que durante los primeros tres años de vida, el cerebro del niño es tan maleable que los niños más pequeños que sufren de derrames o daños que destruyen un hemisferio cerebral completo, aún pueden convertirse en adultos altamente funcionales. Además, es cada vez más evidente que los programas de preescolar bien diseñados pueden ayudar a muchos niños a superar grandes deficiencias de sus hogares.
Cuando nace un bebé, puede ver, escuchar, oler y responder al tacto, pero vagamente. El tronco cerebral, una región primitiva que controla las funciones vitales como las palpitaciones del corazón y la respiración, ha completado sus conexiones. en el resto del cerebro, las conexiones entre neuronas están difusas y débiles. Pero, sobre los primeros meses de vida, los centros más altos del cerebro, explotan con nuevas sinapsis. Y a medida que dendritas y axones se proliferan a una velocidad vertiginosa, el metabolismo se acelera. A los dos años, el cerebro de un niño contiene el doble de las sinapsis y consume el doble de la energía como el cerebro de un adulto. Por ejemplo el número de sinapsis en una capa de la corteza visual, aumenta de las 2,500 por neurona al nacer, hasta 18,000 seis meses después. Otras regiones de la corteza muestran aumentos espectaculares similares pero en tiempos ligeramente diferentes. Y mientras las conexiones microscópicas entre las fibras nerviosas continúan formándose durante toda la vida, alcanzan su máximo nivel de densidad (15,000 sinapsis por neurona) a la edad de dos años aproximadamente y permanece en ese nivel hasta la edad de 10 y 11 años.
La ciencia ha comprobado también que la contención emocional en los primeros años de vida , las manifestaciones de afecto, los abrazos , las caricias son de vital importancia para la proliferación de sinapsis en el cerebro del niño, y el refuerzo de las redes hebbianas que mas tarde serán las encargadas de participar en los aprendizajes motores, sensoriales, etc. Durante seis años, la psicóloga de la universidad de Washington, G. Dawson y sus colegas han monitoreado los patrones de las ondas cerebrales de los niños nacidos de madres que sufrían de depresión. En la primera infancia, estos niños mostraban una actividad marcadamente reducida en el lóbulo frontal izquierdo, un área del cerebro que sirve como centro para la diversión y otras emociones del corazón. de una forma más evidente, los patrones de la actividad cerebral de estos niños seguían muy de cerca los altibajos de la depresión de su madre. A la edad de tres, los niños nacidos de madres con depresiones severas o de las que su depresión duró mas tiempo, continuaron mostrando bajos resultados en su funcionamiento cerebral. Pero no todos los niños nacidos de madres depresivas desarrollan estos patrones de ondas cerebrales aberrantes. Lo marca la diferencia parece ser el tono emocional de los intercambios entre la madre y el niño. La ventana más grande para el crecimiento del cerebro, confirmada por los neurocientíficos, se cierra alrededor de los 10 años, cuando el balance entre la creación de sinapsis y su atrofio cambia abruptamente. Durante los siguientes años de vida, el cerebro destruirá rudamente sus sinapsis más débiles, preservando solamente aquellas que han sido mágicamente transformadas por la experiencia. En ello la calidad de los vínculos afectivos y de las experiencias de aprendizaje marcaran las diferencias, el desarrollo intergral del niño no solo dependerá de la madurez cortical y emocional, también de un nido triádico vincular de amor que favorezca su desarrollo y le otorgue una infancia placentera y feliz.-
FUENTES CONSULTADAS
Manual de Estimulación Temprana. Inteligencia Emocional y Cognitiva-
Autores: Ordóñez Legarda-A.Tinajero Miketta-Edición Equipo Cultural.-
Como se desarrolla el cerebro de un niño-Madeleine Nash
Los descubrimientos realizados en los laboratorios de neurociencia en los últimos años, han demostrado que la actividad eléctrica de las células del cerebro cambia la estructura física del cerebro es quizás el mayor descubrimiento gracias a la tecnología y a los aportes de las ciencias biomédicas. La explosión rítmica de neuronas ya no es asumida como un producto secundario de la construcción del cerebro sino esencial en este proceso, y que empieza, según establecido por los científicos, antes del nacimiento. Un cerebro nos es una computadora. No, el cerebro empieza a trabajar mucho antes de terminar su cableado neuronal y que muchas zonas de la corteza terminen de madurar. Los neurocientíficos están descubriendo que los mismos procesos que conectan el cerebro antes del nacimiento, guían también la explosión del aprendizaje que empieza inmediatamente después.
Al nacer, el cerebro de un bebe contiene 100 mil millones de neuronas, casi el mismo numero de células nerviosas que estrellas en el Vía Láctea. También se encuentran un trillón de células gliales, que forman un tipo de panal que protege, nutre y sirven de sostén a las neuronas. Pero a pesar de que el cerebro contiene casi todas las células nerviosas que tendrá para el resto de la vida, el estilo de conexión entre ellas aún tiene que estabilizarse.
En los primeros años de vida, el cerebro pasa por una serie de cambios extraordinarios. Comenzando poco después del nacimiento, el cerebro de un bebé, muestra una notable exuberancia biológica, produce trillones de conexiones entre neuronas adicionales que lo provee de bioherramientas cognitivas y emocionales para poder interactuar con el medio que lo rodea. Después, a través de un proceso que se asemeja a la competencia de la supervivencia en la evolución humana, elimina conexiones, o sinapsis, que son raramente o nunca usadas. Las sinapsis que sobran en el cerebro de un niño son elimadas por un proceso llamado apoptosis empezando alrededor de los diez años o antes, dejando como resultado un cerebro con marcos de referencia de emoción y únicos. Investigadores de la Facultad de Medicina de Baylor College, han descubierto que los niños que no juegan mucho o que no son lo suficiente estimulados desarrollan cerebros 20% o 30% más pequeños que el estándar normal para sus edades. Los animales de laboratorios muestran una situación similar. Según Investigadores en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, no solo las ratas criadas en jaulas con juguetes demuestran comportamiento más complicado que las ratas encerradas en cajas estériles, sino que también los cerebros de estas ratas contienen un 25% más de sinapsis por neurona. Experiencias enriquecidas, en otras palabras, producen cerebros enriquecidos.
Los científicos han descubierto a través de sus numerosas investigaciones que durante los primeros tres años de vida, el cerebro del niño es tan maleable que los niños más pequeños que sufren de derrames o daños que destruyen un hemisferio cerebral completo, aún pueden convertirse en adultos altamente funcionales. Además, es cada vez más evidente que los programas de preescolar bien diseñados pueden ayudar a muchos niños a superar grandes deficiencias de sus hogares.
Cuando nace un bebé, puede ver, escuchar, oler y responder al tacto, pero vagamente. El tronco cerebral, una región primitiva que controla las funciones vitales como las palpitaciones del corazón y la respiración, ha completado sus conexiones. en el resto del cerebro, las conexiones entre neuronas están difusas y débiles. Pero, sobre los primeros meses de vida, los centros más altos del cerebro, explotan con nuevas sinapsis. Y a medida que dendritas y axones se proliferan a una velocidad vertiginosa, el metabolismo se acelera. A los dos años, el cerebro de un niño contiene el doble de las sinapsis y consume el doble de la energía como el cerebro de un adulto. Por ejemplo el número de sinapsis en una capa de la corteza visual, aumenta de las 2,500 por neurona al nacer, hasta 18,000 seis meses después. Otras regiones de la corteza muestran aumentos espectaculares similares pero en tiempos ligeramente diferentes. Y mientras las conexiones microscópicas entre las fibras nerviosas continúan formándose durante toda la vida, alcanzan su máximo nivel de densidad (15,000 sinapsis por neurona) a la edad de dos años aproximadamente y permanece en ese nivel hasta la edad de 10 y 11 años.
La ciencia ha comprobado también que la contención emocional en los primeros años de vida , las manifestaciones de afecto, los abrazos , las caricias son de vital importancia para la proliferación de sinapsis en el cerebro del niño, y el refuerzo de las redes hebbianas que mas tarde serán las encargadas de participar en los aprendizajes motores, sensoriales, etc. Durante seis años, la psicóloga de la universidad de Washington, G. Dawson y sus colegas han monitoreado los patrones de las ondas cerebrales de los niños nacidos de madres que sufrían de depresión. En la primera infancia, estos niños mostraban una actividad marcadamente reducida en el lóbulo frontal izquierdo, un área del cerebro que sirve como centro para la diversión y otras emociones del corazón. de una forma más evidente, los patrones de la actividad cerebral de estos niños seguían muy de cerca los altibajos de la depresión de su madre. A la edad de tres, los niños nacidos de madres con depresiones severas o de las que su depresión duró mas tiempo, continuaron mostrando bajos resultados en su funcionamiento cerebral. Pero no todos los niños nacidos de madres depresivas desarrollan estos patrones de ondas cerebrales aberrantes. Lo marca la diferencia parece ser el tono emocional de los intercambios entre la madre y el niño. La ventana más grande para el crecimiento del cerebro, confirmada por los neurocientíficos, se cierra alrededor de los 10 años, cuando el balance entre la creación de sinapsis y su atrofio cambia abruptamente. Durante los siguientes años de vida, el cerebro destruirá rudamente sus sinapsis más débiles, preservando solamente aquellas que han sido mágicamente transformadas por la experiencia. En ello la calidad de los vínculos afectivos y de las experiencias de aprendizaje marcaran las diferencias, el desarrollo intergral del niño no solo dependerá de la madurez cortical y emocional, también de un nido triádico vincular de amor que favorezca su desarrollo y le otorgue una infancia placentera y feliz.-
FUENTES CONSULTADAS
Manual de Estimulación Temprana. Inteligencia Emocional y Cognitiva-
Autores: Ordóñez Legarda-A.Tinajero Miketta-Edición Equipo Cultural.-
Como se desarrolla el cerebro de un niño-Madeleine Nash
No hay comentarios:
Publicar un comentario