Neofronteras en la Educacion

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Seminario Taller

NEURODESARROLLO -MADUREZ Y APRENDIZAJE

EMBRIOLOGIA DEL PENSAMIENTO

miércoles, 30 de septiembre de 2009

EL VALOR DE NUESTRAS EMOCIONES


"PONER INTELIGENCIA EN LAS EMOCIONES Y EMOCIONES EN LA INTELIGENCIA"

En los años ochenta, un modelo precursor de la inteligencia emocional había sido propuesto por el Dr. Reuven Bar-On, psicólogo israelí. (Es interesante observar que fue Bar-On el primero en constatar que las competencias emocionales se aprenden con mayor facilidad en la edad media de las personas –entre 30 y 50 años- que en la juventud –entre 18 y 30 años-). Después de la aparición de la obra de Goleman, otros teóricos han desarrollado variaciones de la misma teoría, por ejemplo, el Dr. Hendrie Weisinger, con su interesante obra ‘La Inteligencia Emocional en el Trabajo’.
La noción de Inteligencia Emocional se hizo famosa cuando el psicólogo y Doctor en Filosofía Daniel Goleman, de la Universidad de Harvard (conocido por sus artículos de divulgación científica en el New York Times) publicó en EE.UU. su libro EMOTIONAL INTELLIGENCE (1995), y luego WORKING WITH EMOTIONAL INTELLIGENCE (1999).
A Goleman le tomó diez años de investigación intentar averiguar cómo hace la mente para procesar los sentimientos, y se propuso redefinir qué significa ser inteligente. Su tesis es que para predecir el éxito de una persona, antes que un test estandarizado de Cociente Intelectual, habría que conocer esas cualidades de la mente que hasta ahora se conocieron como ‘carácter’. En más de una ocasión nos habremos preguntado qué es lo que determina que algunas personas, independientemente de su cultura, estrato social o historia personal, reaccionen frente a problemas o desafíos de manera inteligente, creativa y conciliadora. Nunca antes se había considerado incorporar en el análisis un concepto tanto o más importante que el cociente intelectual, como lo es la Inteligencia Emocional.

El término ‘Inteligencia Emocional’ se refiere a la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones. Describe aptitudes complementarias, pero distintas, de la inteligencia académica, las habilidades puramente cognitivas medidas por el Cociente Intelectual (CI).
Estos dos tipos de inteligencia expresan la actividad de diferentes partes del cerebro. El intelecto se basa únicamente en el funcionamiento de la neocorteza, las capas de la parte superior, evolucionadas en tiempos más recientes. Los centros emocionales están más abajo, en la subcorteza, más antigua; la Inteligencia Emocional involucra estos centros emocionales, trabajando de común acuerdo con los intelectuales.
Inteligencia Emocional no es ahogar las emociones, sino dirigirlas y equilibrarlas. Ejercer un autodominio emocional no significa negar o reprimir los verdaderos sentimientos. Los estados de ánimo ‘malos’, por ejemplo, tienen su utilidad: el enojo, la tristeza y el miedo pueden ser una intensa fuente de motivación, sobre todo cuando surge del afán de corregir una situación de adversidad, una injusticia o inequidad
Nuestras emociones pueden proporcionarnos INFORMACIÓN VALIOSA
A) sobre NOSOTROS MISMOS,
B) sobre OTRAS PERSONAS y
C) sobre DETERMINADAS SITUACIONES.

Cuando dirigimos una mirada introspectiva a nuestras emociones, las encontramos obvias y misteriosas a la vez. Son los estados de nuestro cerebro que mejor conocemos y que recordamos con mayor claridad. Sin embargo, a veces no sabemos de dónde proceden. Pueden cambiar lenta o repentinamente, y las causas pueden ser evidentes o confusas. No siempre entendemos por qué ‘nos levantamos con el pie izquierdo’. Podemos ser agradables o desagradables por otros motivos que los que creemos que están guiando nuestras acciones. Podemos reaccionar ante el peligro antes de ‘saber’ que estamos en una situación perjudicial. Puede atraernos la belleza de un cuadro sin entender conscientemente qué nos gusta de él. Aunque las emociones se encuentran en el seno de quienes somos, también parecen tener su propio ‘orden del día’, que normalmente se cumple sin tener en cuenta nuestra participación voluntaria
Es necesario estar alerta respecto a todas nuestras actividades mentales: pensar, sentir, desear, imaginar, etc., para distinguir finalmente las emociones del mundo irreal de las emociones del mundo real, aquellas que tienen directa vinculación con la realidad exterior.
La investigación realizada realizada a nivel mundial por The Consortium for Research on Emotional Intelligence in Organizations, arrojó un resultado sorprendente vinculado a nuestro Cociente de Éxito: el mismo se debe un 23% a nuestras capacidades intelectuales, y un 77% a nuestras aptitudes emocionales.

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